Cualquier actividad o sustancia que desencadena respuestas placenteras intensas y compulsivas tiene el potencial de convertirse en una adicción. Según Gossop (1989) la conducta adictiva se define por:
- Fuerte deseo o sentimiento de compulsión para llevar a cabo la conducta.
- Capacidad deteriorada para controlar la conducta.
- Malestar y angustia emocional si no se puede realizar la conducta.
- Mantenimiento de la conducta a pesar de las consecuencias negativas.
Los teóricos e investigadores del campo de las adicciones han realizado multitud de estudios para analizar cómo se fragua y desarrolla esta enfermedad. Los teóricos del aprendizaje defienden que inicialmente comenzamos a consumir o a realizar una conducta por el mero placer que obtenemos de manera casi inmediata tras su realización. Esta sensación placentera es conocida como reforzador positivo, que significa que la repetición de la conducta está sustentada por el placer. Por tanto, se tenderá a repetir este comportamiento en el tiempo ya que la consecuencia de realizarla es positiva. A medida que se va repitiendo esta conducta se va volviendo más fuerte la necesidad de continuar haciéndola para obtener ese placer y poco a poco se irá automatizando hasta que repitamos la conducta casi de manera inconsciente, es decir, se convertirá en un comportamiento rutinario que se realizará de manera automática. En este punto es cuando la conducta que, inicialmente se realizaba para obtener placer, cambiará su significado, es decir, el objetivo de poner en marcha este comportamiento será el de aliviar el malestar, ansiedad generado por la ausencia de conducta. Esta consecuencia de la conducta se conoce como reforzador negativo ya que su objetivo es eliminar un estímulo que nos está generando malestar (la ansiedad por el NO CONSUMO o NO REALIZACIÓN DEL COMPORTAMIENTO), y por tanto, el objetivo de la conducta será evitar el malestar. La adicción se compone de varios elementos interrelacionados que contribuyen a su desarrollo y mantenimiento:
- Falta de autocontrol: La falta de autocontrol es un componente fundamental en las adicciones. Las personas adictas experimentan dificultades para regular sus impulsos y comportamientos relacionados con la sustancia o actividad adictiva. Esto se traduce en la incapacidad de detener o controlar el consumo o la participación en la conducta adictiva.
- Falta de conciencia de enfermedad: Otro componente crucial es la falta de conciencia de enfermedad. Las personas adictas pueden tener dificultades para reconocer que están experimentando una adicción y que su consumo o comportamiento está causando problemas en sus vidas. Esta falta de conciencia puede obstaculizar el reconocimiento de la necesidad de ayuda y la búsqueda de tratamiento.
- Interferencia con la vida cotidiana: La adicción se caracteriza por interferir significativamente en la vida cotidiana de la persona. Puede afectar negativamente las relaciones personales, el rendimiento académico o laboral, la salud física y Las adicciones se clasifican en dos categorías principales: las adicciones a sustancias y las adicciones conductuales.
Las adicciones se clasifican en dos categorías principales: las adicciones a sustancias y las adicciones conductuales:
Adicción a sustancias: Relacionadas con el consumo y abuso de sustancias químicas. Algunas de las sustancias más comunes que pueden generar adicción incluyen el alcohol, el tabaco, los opiáceos, la cocaína, las anfetaminas y los tranquilizantes. Las personas que padecen una adicción a sustancias experimentan una dependencia física y psicológica de la sustancia, lo que los lleva a buscarla y consumirla de forma compulsiva a pesar de los efectos negativos que puede tener en su salud y vida en general.
Adicción conductual: Relacionadas con comportamientos compulsivos y repetitivos que generan placer o gratificación inmediata. Algunos ejemplos de adicciones conductuales incluyen el juego patológico, la adicción al sexo, la adicción a las compras, la adicción a Internet y las redes sociales, entre otras. Estas adicciones se caracterizan por la pérdida de control sobre el comportamiento, la interferencia en las actividades diarias y la persistencia a pesar de las consecuencias negativas.
Es importante destacar que, tanto en las adicciones a sustancias como en las adicciones conductuales, hay un desequilibrio bioquímico en el cerebro que contribuye al desarrollo y mantenimiento de la adicción. Además, factores genéticos, ambientales, psicológicos y sociales también desempeñan un papel importante en la vulnerabilidad de una persona a desarrollar una adicción.
Cada tipo de adicción presenta características particulares, pero comparten la característica común de causar un deterioro significativo en la calidad de vida de la persona afectada. La adicción se vuelve prioritaria sobre las responsabilidades y actividades diarias, lo que provoca un desequilibrio y un deterioro progresivo en la calidad de vida. El tratamiento de las adicciones requiere un enfoque integral que aborde tanto los aspectos físicos como los psicológicos y sociales, con el objetivo de lograr la recuperación y el bienestar a largo plazo.